Desde pequeño tengo una extraña fascinación por el mundo submarino, por lo que nunca dejo pasar la oportunidad de visitar los grandes acuarios en las ciudades que disponen de estas instalaciones. El de Londres siempre me ha llamado la atención por su arquitectura, y sumergirme en sus profundidades me ha supuesto una gran experiencia en lo general, pero a la que también tengo que ponerle algunos ‘peros’.